sábado, 25 de junio de 2011

Zingcé Chi Uan.

   Tiempo aproximado de lectura  2 minutos 55 segundos
  Caminaba apurado rumbo a la estación a tomarse el tren que lo llevaría rutinariamente a su trabajo
    Las calles estaban desérticas  apenas marcadas  por la bruma matinal espesa y opaca. Siluetas de casas oscuras recortadas por la tenue luz del amanecer; árboles casi blancos de agua nieve; frío intenso, movido por el viento, le calaba  la cara. Sus manos buscaban el refugio tibio de los bolsillos del pantalón. Gris a su alrededor, gris el cielo. Lloviznas intermitentes que hacían apurar el paso. Alguien frente a él se acerca en sentido contrario, viene lejos aún, y  apenas si su silueta oscura se diferencia del paisaje. Pasa demasiado rápido y  le roza el brazo,  pronunciando palabras, palabras que quedaron allí por un instante suspendidas en el aire. Eran las palabras que había buscado últimamente en sí mismo sin poder encontrarlas, que había perdido, palabras mágicas que repetían sus palabras que creía  que solamente él había encontrado en la China milenaria  talladas en piedras enterradas, y perdidas en los bosques a orillas del Yang Tsé Kiang, río azul, que nace en el Tíbet, y que yacen allí aún intactas para que alguien las vuelva a descubrir.
    Aquellas palabras solo guardadas en él, y que había perdido, ahora estaban en su lugar nuevamente. Sus labios susurrando las repetían una y otra vez como queriendo grabarlas  de una vez por todas y no se le  escaparían.
   Y ahora, con toda su sorpresa,  allí estaban dibujadas nuevamente en su mente, sentidas en su alma, pronunciadas repetidamente por sus labios.
   Giró tratando de ver a ese desconocido que ya no estaba, había desaparecido en la distancia.
   Volvía a pronunciarlas y el cielo se abría, los árboles estaban florecientes y llenos de trinos en un instante, las calles tenían colores, se llenaban de personas, el aire se hizo tibio y el sol acariciaba con su luz. Siguió repitiendo las palabras, su mente rebozaba de pensamientos positivos, su corazón, hasta hace un rato vacío, volvía a latir de sueños y esperanza. Se volvía a dibujar en su alma el rostro del amor.
  Sus pasos cambiaban de rumbo, ya buscaban otro refugio: el de su hogar. Sus movimientos tenían vitalidad,  erguía el cuerpo. Los sentimientos se hacían luz en él...
   Allí a pocos pasos la casa blanca, casa colonial, rodeada de palmeras y casi cubierta de enredaderas. Atravesó corredores iluminados, silenciosos y brillantes de cera. De la vitalidad agresiva de afuera no llegaba hasta allí más que una masa indiscernible de sonidos apagados. Tocó la puerta y se abrió. Entró. Sus hijos y la esposa amada sonriendo felices lo abrazaban y sonríen. Los viejos sillones de estilo, los dibujos, las esculturas, los cofres de cuero y las cajas de porcelana estaban allí en su lugar intactos, dándole la bienvenida, con ese color que da a las cosas el mucho tiempo y el cariño. Su corazón pletórico de amor por todo se desbordaba.
   Como si no hubiese otro espacio de tiempo entre aquella felicidad y otro pasado, comenzó una nueva vida sin recuerdos, sólo vivir y sentir. Pero las palabras que habían vuelto a él, recordadas por un desconocido que se había cruzado en su camino, de repente se empezaron a borrar de a una, se confundían con otras, desaparecían.
  Ante el esfuerzo de buscarlas en el pasado que no existía, le pareció, por un instante, estar en un lugar en donde nadie podía entrar ni salir  ni atravesar sus paredes blancas y acolchonadas. Tomó su abrigo como siempre, sabía que en un rato se iría a la estación a tomarse el tren...

15 comentarios:

Verónica Calvo dijo...

Tienes buena prosa.
Me ha atrapado desde el principio. Describes muy bien, Prudencio, me metí de lleno en los paisajes.
"Sólo vivir y sentir"...
Un final elocuente que dará muchas interpretaciones. La mía??? algo desoladora. Tomar un tren cuando no se puede atravesar las paredes blancas y acolchadas es todo un reto de mente libre.

Besos

soy beatriz dijo...

Hola querido Prudencio, es magnifico tu relato, es atrapante y con un final que deja pensando.
Muy bueno, te felicito.

Besos de esta orilla más que fría. Lindo finde para vos.

Gara dijo...

Prudencio me ha encantado.

Mi interpretación, un fallecido que visita a su familia viva y se percata que ellos están viviendo en una "cárcel", donde no se puede entrar y salir alegremente, ni atravesar las paredes ... en fin, no le gusta carecer de libertad y decide sabiamente regresar a su lugar.

¿Es eso lo que has querido transmitir?

Abrazos

Mixha Zizek dijo...

Un relato muy interesante, me gusta la simultaneidad en la historia. El juego de retroceso temporal al final así lo percibí, hice doble lectura porque el texto me lo exigió, es un texto de corte onírico envolvente y me gustó mucho. Con un final abierto a muchas interpretaciones donde podría ser desde un sueño hasta la alucinación de un hombre.
Excelente, un abrazo

Uka. dijo...

Un sueño dentro del sueño del vivir?
Me ha atrapado la idea de que era como soñar al fin con lo importante,con la claridad,lo níveo,y todo en un flash,lapsus,paréntesis extraño.
En fin,ya ves si he derrochado imaginación leyéndote.
Un beso.

Tatiana Aguilera dijo...

¿La vida es un sueño, o la vida es un invento de nuestro pensamiento?. Muchas veces he sentido la sensación que en los sueños aparecen imágenes, y rostros que un futuro inmediato observo. ¿Adelantamiento del tiempo o es que ya lo hemos vivido y retrocedemos?...Tu relato querido Prudencio, no me llevó esos contados minutos cifrados por un reloj, ahora invertí el doble o más, porque me ha hecho reflexionar.

Un abrazo desde un frío Santiago.

Juan L. Trujillo dijo...

Atraído por una prosa sugerente, nos llevas hasta un final, que admite variadas y posibles interpretaciones.
Esa es la magia de la escritura. Permitir que el circulo lo cierre el lector poniendo sensibilidad, estado de animo, o cualquier otra contingencia, de su parte.
Brillante relato.
Un abrazo.

Puri Martins dijo...

Un comienzo increiblemente descriptivo...que envuelve la historia hasta llevarnos al comienzo otra vez....Se vive la historia, aunque me perdí algo en la narración....que me ha dejado con una duda....me da la posibilidad e crear o imaginar yo el final..pero aunque el estilo de Chejov me ha gustado siempre , por su omision de final...este relato tuyo,no carece de el..le lleva impreso..pero está demasiado oculto para mi. Interesante tu manera y estilo de narración..me atrapas siempre entre tus letras...haces tuya mi noche...mi espacio...mi tiempo.. al amanecer quizás descubra el secreto....

Saludos amigo Prudencio

Mercedes Ridocci dijo...

Es muy bueno eso de dejar los finales abiertos, es lo que permite que el lector pueda proyectarse.

me parece un relato metafórico, hermoso y triste a la vez, hermoso "recordar" las palabras que dan magia a la vida, triste porque se van, se confunden, y "la realidad" parece que es la que impera.

Esta muy bien que hayas decidido colgar textos (cambio de registro, que se dice)

Un abrazo desde este caluroso Madrid

A golpes con la vida. dijo...

Estaba desesperanzado y encontró la luz de repente?, es un muerto que vuelve?, ha rehecho su vida?, cuantas interpretaciones veo en él, me gusta, preciosista en detalles, buena descripcion, bonita manera de escribir...me gusta. Un saludo.

María dijo...

El pasado nunca puede existir, mejor abrir las puertas hacia un futuro.

Un beso.

irukasturias dijo...

Aquí paso a decirte que me encantan tus relatos y que te he dejado un regalito en mi blog. Un abrazooooo desde mi mundo y mis historias!!

Mickey y minnie. Aprendices de magia dijo...

Gracias, tocayo, por hacerte seguidor de mi blog, me ha permitido acceder al tuyo, por cierto, me encanta tu prosa, su poesía e intimidad, nada, lo dicho nos seguiremos en este mar de olas que suponen los blog, un abrazo

Bárbara Himmel dijo...

ummm..raro..,como un dejá vu!!,pero profundo..intenso..y un final,no se si tan abierto pero desconcertante..me gustó!! Prudencio...
un beso nevadito desde mi sur..y tu sabras que el tiempo es tirano...así que perdona mi demora...
abrazo!

Alma Mateos Taborda dijo...

Un relato atrfapante y bello con un final que sugiere. Maravilloso. Un abrazo.